Agua, desierto y ruinas

¡¡Hola Almejillas!!
Ya hemos cumplido una semana por estas tierras. Vamos poco a poco ganando perspectiva. Cada vez encontrando un poco más nuestro hueco dentro del proyecto.
El finde estuvo chévere.

El viernes celebramos el cumpleaños de Jasek y Luz, coordinadores de la casa. Fue una celebración muy emotiva. Los chavales le dedicaron canciones, bailes y palabras. Se abrió la casa a todas las familias y tuvimos la oportunidad de conocer a algunas madres. Las palabras de algún chivolo encogían el alma.

Después los chavales se fueron cada uno a su casa quedando nosotros libres.
El sábado por la tarde quedamos con los chivolos y Rosita, que andan preparando una obra de teatro sobre los Derechos del Niño, ¿a alguien le suena...?
Nos fuimos al Parque de la Reserva. Es uno de los pocos sitios verdes de Lima que además conjuga con algo de agua, vamos, todo un lujo. El parque tiene un circuito de fuentes, en las que en alguna de ellas te puedes meter. Todo ello al ritmo de música clásica tuneada a lo bacala. Todo un gustazo para Chimo Bayo. Os podéis imaginar cómo terminamos, ¿no? ¡¡No salimos de una fuente!! Lo fuerte es que después de estar repitiendo a los niños durante el día anterior y la misma mañana que trajeran ropa de cambio nosotros tampoco llevamos.

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Pirañitas en remojo

Así que nos fuimos todos mojaditos y descalzos a cenar Anticucho (corazón de vaca con formato de pincho moruno.....) hmmmmmm, y ¡¡¡chicharrones!!! Estaba todo delicioso. ¡¡Fue la primera comida que acabamos antes que los chavales!!
También fue nuestra primera noche solos en la casa y lo que prometía ser una noche tranquila y romántica acabo siendo una noche de suspense y temor. La casa estaba llena de ruidos. Acabamos bajando tres o cuatro veces comprobando que no hubiera nadie (Inés, estuve a punto de coger el silbato).
El domingo de mañanita, y tras haber dormido más bien poco, nos fuimos con Dani, el otro voluntario polaco de la casa, a Chincha, una ciudad al sur de Lima (y a tres horas de autobús eternizadas con Staying Alive de Travolta). De allí fuimos a El Carmen, el mayor asentamiento afroperuano del país. Muchos negros y poco más.
Luego fuimos a las ruinas de La Centinela, un asentamiento preinca de la cultura Chincha. Los Chincha fueron una nación muy organizada que construyó una amplia red de caminos y ciudades dentro de su valle, como La Centinela, Tambo de Mora, La Cumbe, San Pedro, Ranchería, Litardo y Las Huacas. Huaca La Centinela fue el asentamiento principal de Chincha, próspero curacazgo de agricultores, pescadores, artesanos y mercaderes que se desarrolló en el valle que lleva ese nombre en la costa del Perú, entre los años 900 y 1450 d.C, (que os viene bien un poco de historia, y a nosotros también...)

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Chincha rapiña que tengo una piña...

Es una pena, porque tanto La Huaca como el pueblecito de al lado, Tambo de Mora, estaban completamente derruidos. El primero por el paso del tiempo y mal estado de conservación y el segundo, y toda la comarca de Chincha, por el terremoto de Agosto de 2007. Tuvimos suerte de encontrar un taxista que nos hizo también de guía, contando y enseñándonos cómo todavía la mayoría de las casas de la gente siguen derruidas y cada cual se las compone según puede. Lo fuerte, y lo de siempre, es que había dinero internacional y nacional destinado a reconstruir todos los daños del terremoto, que se queda por el camino... y nosotros nos quejamos del caso Gurtel... El pueblo está lleno de casas, incluidas la Comisaría y la Municipalidad, con la marca “X”, que significa vivienda inhabitable.

Si así está la Casa del Señor imaginaros las del pueblo...

(a ver quién descubre dónde está el campanario)

Cerramos la primera semana de una forma tranquila para inaugurar la segunda y empezar a entrever un poco más la realidad social de Lima...
Waka nos encanta la piraña y el nuevo estilo de la página está bacano, muchas gracias.

Un besazo enorme y hasta la próxima...